Lo que hemos presenciado recientemente en el escenario político español es digno de una película de estafas. Y no, no hablo de una obra de suspense ni de un thriller emocionante. Hablo de la realidad, de la política que Pedro Sánchez ha convertido en su propio espectáculo de engaños y manipulaciones. Porque, claro, ¿qué es ser presidente del gobierno si no puedes reírte en la cara de tus oponentes y presumir de haberlos timado?

Sánchez, con una sonrisa de oreja a oreja, parece estar orgulloso de haber colado, como si fuera un truco barato de prestidigitación, una ley que permite la liberación anticipada de etarras. ¿Cómo lo hizo? Muy simple: disfrazando la ley dentro de un texto que Feijoo y los suyos del PP, en su buena fe o ingenuidad, votaron sin leer. ¡Bravo, presidente! Pero no, no porque hayas demostrado ser más listo, sino porque has revelado que tu liderazgo está más cerca de ser el de un timador que el de un representante del país.

Engañar no es gobernar. Manipular no es convencer. Que te hayas vanagloriado de este «golpe maestro» dice mucho más de ti que de quienes cayeron en la trampa. ¿Realmente piensas que eso es lo que significa ser el presidente de un país? ¿Crees que tu astucia de baratillo es lo que España necesita? Te equivocas, y te equivocas gravemente. Un presidente no se comporta como un ladrón en un mercado, colando mercancía falsificada entre los productos legales. Un presidente convence, argumenta y representa a su pueblo con honestidad. Pero tú, Sánchez, has optado por la vía fácil: el engaño, la burla y el abuso de la confianza.

Y lo más triste de todo es que te sientes orgulloso de ello. Te ríes, te jactas y miras al resto como si fueras el más listo de la clase. Pero ¿a quién estás engañando de verdad? Una España. Nos estafando a todos, haciéndonos creer que trabajas por el bien común mientras te dedicas a mantener el poder a cualquier precio, incluso si eso significa pactar con lo peor y liberar a aquellos que nunca deberían volver a pisar la calle.

Así que te lo digo claro: Pedro Sánchez, no representa a España . Representa tus propios intereses, tus propias ambiciones y, en última instancia, tu propio ego. Porque lo que has hecho no es un acto de liderazgo, es un acto de traición. Y eso, tarde o temprano, lo pagarás.

Ser presidente no es jugar al despiste, ni presumir de engañar a quienes están en la oposición. Ser presidente es tomar decisiones difíciles, sí, pero siempre de cara, siempre con la verdad por delante. Y tú, con tus trampas y tus trucos, ha demostrado que no mereces el cargo que ocupas. No hablo solo por mí, sino por todos aquellos que todavía creemos en la dignidad de la política.

Es hora de que te vayas, Pedro. No por tus errores, que todos los líderes los cometen, sino por tu falta de integridad, por haber traicionado la confianza de un país que merecía algo mejor. España necesita un presidente, no un timador.

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