Descubre la Ruta del Padre Sarmiento, una alternativa histórica y espiritual del Camino de Santiago a través de la Galicia más auténtica.
Para alguien que, como yo, es un peregrino habitual del Camino de Santiago, descubrir las Rías Baixas a través de la Ruta del Padre Sarmiento ha sido todo un hallazgo. Llegó a mis manos información sobre esta ruta que desconocía completamente, cuyo primer viajero y epónimo fue Pedro José García Balboa, nacido en 1695 en Villafranca del Bierzo (León). Este erudito, más conocido como el Padre Sarmiento, fue un monje franciscano, escritor e intelectual destacado por su amor por Galicia y sus contribuciones a la cultura y las ciencias. Su obra y legado son testimonio de una dedicación incansable a la investigación de la lengua y las tradiciones gallegas, así como a la botánica y la medicina popular.
Sarmiento realizó una peregrinación por las Rías Baixas desde Pontevedra hasta Santiago de Compostela, documentando con minuciosidad su experiencia en un diario de viaje que hoy se reconoce como uno de los primeros textos de antropología cultural de la región. Este manuscrito, que combina descripciones de paisajes, costumbres y observaciones de la vida diaria, subraya el profundo vínculo entre la naturaleza y la historia de Galicia.
Junto a dos amigos de muchos años, Vicente y Arturo—peregrinos con quienes he recorrido el Camino de Santiago durante más de dos décadas—me embarqué en esta travesía.
Ruta en Sanxenxo
Iniciamos nuestra ruta en Sanxenxo, una villa donde Galicia se convierte en un cuadro vivo iluminado por la luz del Atlántico.
Allí, la brisa marina y el murmullo de las olas componen una sinfonía que parece resonar en el alma. La playa de Silgar, con su arena dorada, se despliega ante el visitante como una promesa de calma, mientras el horizonte azul se extiende hasta donde alcanza la vista. Sanxenxo es un lugar donde la tierra y el mar se entrelazan, ofreciendo un refugio de serenidad y belleza.
Cambados, una joya de Galicia
La primera etapa nos llevó hasta Cambados, una joya de Galicia conocida por ser la capital del Albariño.
Esta villa parece abrazar la historia y el Atlántico con una majestuosidad que respira nobleza y tradición. Sus calles empedradas y plazas conservan el eco de los pasos de quienes forjaron su leyenda. El mar, omnipresente, se refleja en las casas de piedra y los pazos que observan el pasar del tiempo. Un paseo por Cambados es un viaje al pasado: desde las ruinas de Santa Mariña Dozo, con sus arcos que susurran plegarias al cielo, hasta la plaza de Fefiñáns, donde el pazo homónimo desafía al tiempo con su elegancia.
Tras un día de exploración, el Parador de Cambados nos brindó un descanso que solo un lugar cargado de historia puede ofrecer. Sus muros cuentan historias y su atmósfera invita a la reflexión, permitiendo al viajero reposar antes de continuar la ruta.
Vilanova de Arousa
El siguiente destino fue Vilanova de Arousa, una villa que respira autenticidad.
Sus casas miran al horizonte y las embarcaciones se balancean suavemente al compás de las olas. La memoria de Valle-Inclán, nacido en esta localidad, impregna el aire y transforma el paseo por sus calles en un recorrido por la historia y la literatura. La gastronomía local, con el aroma de mariscos recién capturados, es una celebración del Atlántico que se saborea en cada taberna. El albergue A Salazón nos acogía al final del día, ofreciendo un refugio cálido y bienvenido para el peregrino.
Catoira, historia vikinga
Avanzamos hacia Catoira, un lugar marcado por la historia vikinga y la defensa de Galicia Las Torres del Oeste se erigen imponentes junto al río Ulla, recordando las batallas y ceremonias de antaño.
Este rincón, cargado de mitos y leyendas, invita a la contemplación y a recorrer senderos donde la naturaleza y la historia convergen. Aunque la oferta de alojamiento en Catoira es limitada, la experiencia del día queda grabada en la memoria como un testimonio del valor y la resistencia de esta tierra.
Padrón, simbolismo jacobeo
Nuestra penúltima parada fue Padrón, un lugar que respira simbolismo jacobeo. Aquí, la historia de Santiago Apóstol se entrelaza con la devoción y la literatura.
Las riberas del río Sar y el casco antiguo, donde el Pedrón se guarda bajo el altar de la iglesia de Santiago, reflejan siglos de peregrinación. Los recuerdos de Rosalía de Castro y Camilo José Cela se sienten en sus calles, acompañando al viajero en un recorrido cargado de emoción.
Santiago de Compostela
Finalmente, Santiago de Compostela se alzaba ante nosotros, el destino que marca el fin y el inicio de todo peregrinaje.
Las agujas de su catedral, envueltas en la niebla o bañadas por la luz del atardecer, saludan al caminante con una majestuosidad que conmueve. La Plaza del Obradoiro es el epicentro de emociones compartidas, un espacio donde el viaje se celebra y se recuerda.
Este camino, aunque menos conocido, es una ruta que trasciende la geografía y se convierte en un viaje espiritual, un retorno a la esencia de Galicia y a las huellas del Padre Sarmiento, el erudito que primero registró el alma de esta tierra en su diario y que hoy inspira a quienes buscan algo más que un destino: una experiencia que transforma.
Buen camino. @mundiario

